martes, 17 de noviembre de 2009

El robo de la compra de vivienda

No comparto en absoluto la obsesión española por tener una vivienda en propiedad. Siempre he pensado que mi casa es donde vivo, da igual que sea alquilada, comprada, prestada o esté en cualquier otra situación.
Pero llega un momento en que tu pareja logra convencerte de que te líes y te pongas a buscar un piso para comprar. Aparece algo que os gusta, parece un  buen precio, vas a por ello.
Amigo, ahí te has metido en la espiral de robos y atracos a mano armada más elegante, organizada y descarada que he conocido nunca.
Primero has de buscar un banco que te de el dinero. Encuentras uno que, por casualidades del destino, se digna a darte el dinero con unas muy ventajosas condiciones. Ah, pero claro, los atracadores bancarios empiezan por dejarte claro que la cosa conlleva domiciliar la nómina (bueno, es normal, de aquí van a sacar el dinero y es lo más cómodo), contratar tarjetas (no vives sin ellas, lo harías de todas formas), un seguro del piso (ya empezamos, pero bueno, igual también lo harías, nunca se sabe) y un hermoso seguro de vida ligado a la hipoteca que cuesta tres veces más que cualquier otro seguro, y que te cubre sólo 3 años. Pero no te preocupes, el mismo banco te hace después otro muy parecido, pero que cuesta la mitad (no vayas a morirte y a dejar a tu pareja tirada con una hipoteca encima).
En resumen, el banco ya te va a robar un dinero importante sólo para asegurarse que va a hacer negocio contigo y la cantidad de intereses y comisiones que les vas a pagar.
Vale, pues, asumido el primer robo, hay que tasar el piso. Sin nada seguro, ya te obligan a abrir una cuenta en su entidad y a depositar un dinero para pagar al segundo ladrón, el tasador, que decidirá cuanto vale en realidad el piso que quieres comprar. Es decir, un tipo que sólo mira unos papeles y echa un vistazo por ahí, te cobra un dineral por decirte que el piso no vale ni de coña lo que te piden por él.
Y ahora viene la parte más elegante del robo. Casualidad, la tasación no llega a lo que tu pedías, pero el banco puede ofrecerte en condiciones fantásticas un préstamo personal, con su comisión de apertura, sus intereses y su nuevo y flamante seguro de vida, para que llegues a la totalidad de lo que necesitas. Toma ya. Causalmente el tasador que ha llamado el propio banco, ha tasado el piso por una cantidad bastante inferior a la que quieres solicitar al banco, pero que casualmente la entidad si que puede darte con un nuevo crédito. Es la cuadratura del círculo y el compinchamiento más descarado pero fino que conozco.
Si al final, con crédito secundario o sin él, decides que puedes permitirte la compra, aparecen el resto de chorizos de la banda. El estado empieza cobrar impuestos por todas partes, al que vende, al que compra, a un señor de Cuenca que pasaba por ahí...Después, uno de los reyes del tema, el tal notario, que por sentarse a ver como dos personas firman unos papeles, se hincha a poner la mano y sacar tajada.
En fin, la compra de un piso es una forma de robo alucinante, organizada, pensada, calculada y estratégicamente perfecta.
No compréis casas! A nadie! Que se jodan y se arruinen los promotores y constructores especuladores, los bancos atracadores y chorizos, los tasadores desvergonzados y mangantes y los notarios vagos y ladrones.

martes, 10 de noviembre de 2009

Obras

He vivido en dos continentes, dos países, tres comunidades autónomas, 5 ciudades si no contamos un mesecito en una sexta...y coño...¡¡¡¿cuándo podré vivir en una ciudad que esté terminada?!!!

jueves, 5 de noviembre de 2009

¿Cualquier cosa es cultura?

Resulta desagradable escuchar las rimas de los cantantes españoles de hip hop, rap y demás zarandajas similares.
Hacen gala de un desconocimiento notable del idioma en el que se atreven a crear unas rimas, que dicho sea de paso a veces son de patio de colegio. Piensan que el uso de tacos, críticas al sistema mil veces escuchadas, bravuconadas y similares, les hace merecedores de un mayor respeto, que por supuesto, logran muchas veces por parte de legiones de adolescentes con neuronas aún por acabar de conectarse entre ellas.
Luego, si dices que no te gusta lo que hacen, que es bastante patético su manejo del idioma, o que para crear sus melodías no hacen falta más conocimientos musicales que los necesarios para hacer sonar un silbato, te sueltan que es que no entiendes la cultura urbana.
Y aquí es cuando me he puesto a pensar si no será que estamos dando estatus de cultura (urbana, alternativa, lo que sea) a la incultura.