viernes, 22 de enero de 2010

Terrorismo

A veces veo las medidas que deciden tomar los gobernantes mundiales (EEUU, UE...) para luchar contra el terrorismo y no puedo menos que pensar que están todos tontos.
El objetivo del terrorismo nunca ha sido matar. Matar es secundario. Ni los miles de muertos de las torres gemelas ni los del 11-M en España, ni la ración diaria de muertos en Afganistán o Irak son relevantes. Los muertos están muertos, y si bien su familia y amigos posiblemente no les olviden nunca, el resto de la humanidad sí.
Lo que busca el terrorismo, y sobre todo el terrorismo a escala mundial que vivimos ahora, es el caos. Y eso lo han conseguido de sobra. No hay más que intentar irse de vacaciones. Las colas, las molestias, malas caras, ataques a la intimidad, desorganización, esperas y demás que hay en estaciones de tren y aeropuertos, dejan bien a las claras que los terroristas han conseguido lo que querían. Ver como una mochila olvidada en una estación de autobuses crea un lío monumental nos demuestra que lo han logrado. Han sembrado el caos y la zozobra en la sociedad. O al menos en los gobernantes, porque personalmente preferiría que me dejasen en paz en los aeropuertos, que no me hagan llegar 3 horas antes para pasar 27 controles de seguridad donde el próximo paso será que un señor de bigote y uniforme me meta el dedo en el culo, que me dejen disfrutar de mis vuelos, y que si el avión va a petar, coño, pues que pete. Además, sea el coñazo que sea subirse a un avión, siempre tendrán alguna forma de hacerlo reventar si se lo proponen.
Supongo que habrá personas de mente más bien escasa que se sentirán muy seguras y contentas de que 2 vigilantes jurados y 3 guardias civiles les revisen, cacheen, miren y toqueteen. Uy, pues mira, que seguros que vamos a ir en este avión. Y con eso juegan los gobernantes. Saben que ninguna de estas medidas servirá para nada en poco tiempo, pero transmiten a la gente la falsa sensación de que hacen algo útil y siempre por su bien. Pero la mayoría estamos hartitos.
No deberíamos hacerles el juego. Vale, ¿que ha petado un avión?, pues mala suerte señores. Déjennos seguir con nuestras vidas y viajes normales, y luchen contra ellos con los servicios de inteligencia, investigación, legalidad, y demás, donde los terroristas les ganan la partida por mucho.

martes, 19 de enero de 2010

UE, ONU y Marines

No me gusta nada tener que halagarlos, pero lo que escuché esta mañana en la radio sobre la desgracia de Haití es la puñetera realidad.
Mientras en la UE estamos discutiendo, oliéndonos los culos y meando para marcar territorio; y la ONU anda dando vueltas a ver si apruebo mandar cascos azules o es que me quedan mas monos con cascos rosa, van los estadounidenses y mandan a los marines, que ya están dando el callo, repartiendo comida y agua, usando los helicópteros para llegar a donde no hay carreteras y poniendo orden. Es cierto que esto último da miedo, pero coño, mientras los demás se hacen pajas ellos están haciendo algo.
¿Qué esuché en la radio? "Mientras la ONU y la UE discuten, los marines cargan cajas" (Luis del Val en Hoy por Hoy de la Cadena Ser).

viernes, 15 de enero de 2010

El obispo al que faltó oxígeno al nacer

Hay que ser un poco lerdo para dedicarse a esta cosa de la religión y tomársela en serio, salvo que veas el lado económico del asunto y tengas claro que es una fantástica salida para vivir del cuento sin dar un palo al agua. Pero es que este tal José Ignacio Munilla, obispo de San Sebastián, ya roza la estupidez supina.
Dice el muy cenutrio que la pobreza espiritual de España es un mal mayor que la tragedia de Haití. Es decir, el imbécil este opina que el hecho de que las mujeres puedan abortar, personas del mimso sexo se casen, y cada vez más gente (de la que es capaz de pensar por si misma, claro) esté descontenta de burros como él, es peor que 50 mil muertos y 300 mil personas sin hogar.
A ver, Munilla, deje usted de darle al vino de misa y mire a ver si las ostias que se zampa están contaminadas o algo, porque lo suyo es para que le vayan dando con el madero de la cruz en la cabeza hasta que salga algo bueno de ella.