jueves, 27 de noviembre de 2014

No Pienso Aplaudir la Limosna

Nos están convenciendo de que la solidaridad, la compasión, incluso la lástima deben ser el camino. Están haciendo que aplaudamos gestos como que un equipo de fútbol le de una vivienda a una pobre anciana desahuciada en vez de luchar por parar esas injusticias (legales, pero injustas). Están logrando que se nos hinche el pecho y nos demos palmaditas viendo como los ciudadanos se encargan de lo que es labor de los gobiernos.  Están consiguiendo que estemos más pendientes de que los bancos de alimentos estén llenos que de que el gobierno controle las grandes fortunas. Nos están llevando a aplaudir la limosna. Y no, no me da la gana.
Estoy completamente de acuerdo en la ayuda puntual al más necesitado. En dar de comer hoy al que no puede. En ofrecer una cama y un techo hoy al que no tiene donde cobijarse. Pero que ese sea la ruta marcada y que se hable más de eso que de la lucha por los derechos sociales y la correcta redistribución de la riqueza es un error en el que no debemos caer.
Hoy no dejo de leer noticias sobre lo bueno que es el señor Amancio Ortega, que ha donado a obras benéficas el 10% de lo que gana en una semana. Y sí, está muy bien que done esa calderilla que le molesta en el bolsillo y por lo que además es probable que desgrave a hacienda. Pero de ahí a encumbrar a un individuo que nutre sus arcas de talleres clandestinos, semiesclavitud, explotación laboral y otras lindezas, eso si que no me lo trago.
Otro ejemplo nauseabundo fue aquel programa de televisión, por suerte ya retirado de las pantallas, donde pobres desgraciados iban a llorar sus serias penurias buscando la lástima del televidente, que le ofrecía unas migajas. Y un montón de mentes aleladas aplaudiendo la iniciativa.
Las grandes empresas han aumentado sus beneficios un 7,7% en el primer semestre de 2014, y a pesar de eso han destruido empleo.  El número de millonarios en España ha crecido un 24% en la primera mitad de este año, mientras tres millones de niños en este país viven en situación precaria. ¿Y nos conformamos con las solidaridad? ¿Y nos alegramos de que alguien se deshaga de las monedas que le pesan para salir en la prensa y limpiar algunas conciencias?
Que no. Que no podemos dejar que en nuestra cabeza se instale la noción de que lo bonito es aplaudir la solidaridad y el reparto de miserias en lugar de la lucha por lo que es justo. Que si logran convencernos de que eso está muy bien y hacer que nos olvidemos de la justicia y los derechos, tendrán la partida ganada.