miércoles, 22 de agosto de 2012

A Don Mariano Rajoy

Estimado Señor Rajoy:
Siempre me pareció usted un político de medio pelo, nada brillante, y con el mismo carisma que un cangrejo ermitaño. Pero desde hace un tiempo, me da usted mucha pena. Y le explico por qué.
Usted sólo pudo llegar a la secretaría general de su partido siendo nombrado sucesor y heredero por José María Aznar, quien, no se equivoque, buscaba una persona con poca iniciativa y capacidades justitas para poder ser manejado cual marioneta, y para que el señor Aznar siguiese llevando las riendas del PP. Usted resultó la persona ideal.
Cuando parecía que iba a ganar unas elecciones generales, un maldito atentado hace que gane el PSOE, con un desconocido y también muy poco carismático Zapatero al frente. De este atentado, es responsable su jefe Aznar, por meternos en una guerra injusta, ilegal y fruto de las noches lisérgicas de tres locos.
Entonces se dedica usted a llevar a cabo una oposición patética, y que llegó a cansar hasta a los propios miembros de su partido.
Llega la crisis, y una gestión nefasta, sin ideas y sin planes serios, por parte de un gobierno incapaz, le pone a usted a tiro el ganar unas elecciones. Era tan fácil, que sería de muy zopencos perderlas.
Así pues, por fin, gana usted las elecciones. Con mayoría absoluta! Puede hacer lo que le venga en gana! Bueno, no, lo que le manden Aznar, Gallardón, Aguirre y los demás que cortan el bacalao en su partido. Pero puede hacerlo sin tener que pedir permiso a nadie en el parlamento. Y entonces, vaya por dios, resulta que ahora quienes mandan son Merkel, los especuladores internacionales y los mercados, y usted no puede hacer nada más que lo que le mandan desde fuera.
Y encima, tras haber usado su programa electoral como papel higiénico y toallitas íntimas, sabe usted que casi seguro va a perder las próximas elecciones. Que casi seguro no va a ser reelegido.
En fin señor Rajoy, si no me cayera usted tan mal, le daría un abrazo y le invitaría a unas cañas, porque la verdad es que lo suyo da penita.
Un saludo.