Podemos comparar la vida con un jardín. Un jardín en el que desearíamos que las flores no se marchitaran nunca, que siempre fuese de un verde brillante, que su agradable olor lo inundara todo.
Y sí, la vida se presenta así a veces, como un imperecedero jardín de flores hermosas y deliciosos olores. Pero no debemos olvidar que hay flores que se marchitan y mueren para dar, en ocasiones, paso a unas nuevas y relucientes. Pero también, además de agua fresca y brillante luz, en el jardín de la vida hay estiércol, lombrices y alimañas, que no son agradables, pero que son necesarios para que el jardín y la vida cumplan sus ciclos y nos sigamos sintiendo vivos.
Inspirado por un post de @clockworkheart_
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