sábado, 22 de marzo de 2014

Necesidades Reales, Mundos Virtuales

Anthony Storr, en su libro La Música y La Mente, habla de situaciones distintas en las que el individuo está sólo: la soledad y el retiro voluntario, y esboza alguno de los beneficios que nos puede reportar el segundo.
Cuando de lo que se trata es de auténtica soledad, prolongada en el tiempo y con pocos visos de ser resuelta, es fácil caer en el error de confundir cosas y esperar más de lo que debemos de algo o de alguien. Buscamos compañía, consuelo, entendimiento, en mundos alternativos que no han sido creados para eso. Pensamos que una palabra dicha a volapié un día, un emoticono de complicidad, una frase de comprensión leída o escuchada en el momento preciso, significa que hemos encontrado algo de compañía, alguien interesado en ayudarnos a hacer más llevadera la soledad, un pequeño apoyo que nos quiere ayudar a que todo sea más fácil. Y cuando nos damos cuenta de que no es así, de que ese supuesto interés que nos hemos imaginado no existe, que cada quien vive con sus grandes o pequeñas cosas y no necesita ni le interesan más problemas a los que ayudar a encontrar solución, nos llevamos un chasco y nos sentimos aún peor.
La culpa es, sin duda, de quienes buscando escapar de sensaciones desagradables, creemos ver cosas donde no las hay, y esperamos lo que no debemos esperar porque no lo vamos a tener.
Cuanto antes nos demos cuenta de esto, desliguemos unas cosas de otras, y pongamos cada cosa en el sitio del que nunca debían haber salido, antes dejaremos de llevarnos mas desilusiones.

Inspirado parcialmente por @NagyNellbrack que me ha hecho ver un poco mi error.

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