Estoy tan plácidamente diluido en el mundo conservador en el que me veo obligado a desenvolverme a diario, cuando de pronto una bomba subconsciente viene a perturbar mis adormecidas neuronas.
Ha sido culpa del insomnio, de despertarme a las 7:00 de la mañana sin necesidad, encender la televisión, y en un claro ejemplo de masoquismo intelectual ponerme a ver el programa de Sánchez Dragó.
Entre la insoportable pedantería del presentador, una feminista algo trasnochada, una lesbiana estándar y otra señora a la que no escuché, resuena una voz vestida con traje y corbata negros y corte de pelo masculino.
Con naturalidad, lucidez, gran locuacidad y, digámoslo, algunas efectistas palabras rimbombantes, empieza a desgranar conceptos sobre la pansexualidad, la píldora como método de control exquisitamente impuesto, los transgénero y el uso consciente de testosterona. Ideas que nunca se me habrían pasado ni remotamente por la cabeza. Me deja aturdido y con la cabeza dando vueltas.
Al día siguiente, en la comida, comento el programa. Un compañero lo ha visto y se ha sorprendido como yo. Esa misma tarde, aprovechando un paseo por Chueca, nos vamos a una librería y compramos su libro.
Aún no lo he leído, pero lo que he ojeado por encima promete.
(Texto escrito originalmente el 18 de Mayo de 2008 en la T4 del aeropuerto de Barajas).
Música de fondo: Aretha Franklin - I Got Your Love
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