Expresa mi amigo Don José Manuel Estévez-Saá en su última publicación en El Correo Gallego (
La Risa de Renzi) su indignación por las palabras del primer ministro italiano Matteo Renzi, en las que afirmaba que le da la risa cuando le señalan a España como modelo y referente a seguir, y defiende José Manuel que España sí es y debería ser un referente para toda Europa del camino que hay que seguir.
Vaya por delante que escuchar a un político italiano reírse o criticar a otro país en sus modelos económicos o políticos sí que es motivo de chanza, burla y recochineo. Con todos mis respetos hacia el pueblo italiano, sus políticos son dignos de la carpa central del circo Barnum. Pero ese no es el tema que nos ocupa.
Le decía yo en una red social al señor Estévez-Saá que si a mí me ponen a España como ejemplo de algo, salvo en un par de cosas, mis risas se escucharían por toda la Europa occidental. Esas dos cosas que sí defiendo y he defendido siempre son nuestro sistema sanitario y nuestro antiguo sistema de protección social. Nuestro modelo sanitario, absolutamente mejorable por supuesto, es para mí que lo vivo desde dentro, un sistema realmente a imitar en muchos otros países del mundo. Y nuestras protecciones sociales, si bien a años luz de las de mis en muchas cosas envidiados países nórdicos, han sido durante años unas de las más serias de los países de nivel similar al nuestro. Ambos méritos que defiendo de este país, casualmente son de los más atacados y desmantelados por nuestros actuales gestores políticos, más empeñados en mejorar unas cifras macroeconómicas al gusto del más duro capital, que de preocuparse realmente por el bienestar social generalizado. Esto se hace intentando convencer a la sociedad de que, alcanzados los logros macroeconómicos, el bienestar social llegará por añadidura; ideología que ha demostrado una y mil veces que no es cierta (aquí puedo recomendar encarecidamente leer a Stiglitz y otros economistas similares).
Pero creo que debo una respuesta algo más extensa al señor Estévez-Saá, que la que puedo ofrecerle en la limitación de los 140 caracteres donde empezamos este debate.
Me río de que se señale a España como modelo, José Manuel, porque este es un país donde la corrupción es un mal endémico que campa a sus anchas en todos los estratos de la clase política, sin diferencia de ideología o siglas. Donde además quien debe velar porque esta corrupción no ocurra, y si tiene lugar, juzgarla y castigarla, se va erigiendo en un cómplice más de las corruptelas; porque tenemos una justicia donde el juzgado nombra y paga a su juzgador, donde jueces y fiscales deben rendir cuentas a quien les ha puesto en su cargo, y dónde los corruptos hacen y deshacen leyes a sus anchas para eludir a aquellos que realmente intentan poner freno a sus desmanes.
Me río de que se defienda a España como modelo, porque en este país lo que se ha hecho, por parte de unos y otros que han llevado el timón, ha sido derrochar a troche y moche los dineros que con tanto esfuerzo quienes vivimos de una nómina, más o menos amplia, depositamos fielmente cada año en las arcas del estado. Obras faraónicas, proyectos absurdos, construcciones cuasi megalíticas hechas todas sin ningún tipo de mesura y sin ningún provecho más que la mayor gloria y loa del politicastro de turno.
Me río, José Manuel, porque teniendo con diferencia las mejores oportunidades para atraer un turismo de calidad, que realmente aprecie nuestra historia, cultura y gastronomía, hemos optado por un turismo cutre, de fin de semana y borrachera, de chancla y litrona, que no hace más que transmitir una imagen aún más bochornosa de lo que podemos ofrecer en España.
Me río porque, unido a lo anterior, nuestro tejido productivo y de I+D es inexistente. Hemos apostado en su día por ser un país de servicios, el parque de atracciones de Europa, y ahora encima su burdel, y hemos abandonado a su suerte a nuestros investigadores, nuestros científicos y nuestra gente capaz y formada y con ganas de hacer cosas. Más allá del autogiro, el palo de la fregona y el del chupa-chups, lo que hemos inventado en España son los fines de semana baratos y la borrachera a cambio de sexo oral.
Me río porque asistimos al desmantelamiento del tejido social y de los derechos civiles a manos de un gobierno corrupto, mentiroso, y que no da la cara. Un gobierno que, según todos los indicios, se ha financiado ilegalmente, tiene un porcentaje de corruptos imputados o señalados en sus filas, que si esto fuese un país serio ya tendría casi que haber desaparecido como partido político. Y un gobierno que, para acallar las voces que se levantan en la sociedad, incluso entre los suyos (salvo aquellos que siempre aspiran a medrar aún a cambio de perder su dignidad), recorta derechos y agrava castigos de un modo nunca visto antes en este país, salvo en los, para algunos añorados, años posteriores a 1939.
Mi querido José Manuel. Conozco su pensamiento, su postura ideológica y su posicionamiento político, que reconozco bastante alejado del mío en muchos aspectos, aunque con muchas coincidencias de fondo, como he podido constatar leyéndole y compartiendo con usted mesa, mantel y charlas; no en vano somos amigos desde hace más de veinte años. Ambos sabemos que su inteligencia y capacidad crítica están muy por encima de la de determinados habituales en tertulias televisivas y prensa escrita, defensores a ultranza de todo lo que venga de ciertos entornos. Yo nunca lo he dudado, y rebajarle a usted a ese nivel sería un error por parte de cualquiera, usted vale mucho más. Por eso, porque le aprecio, le leo y le admiro como ya sabe, le ruego que no se deje engatusar por ciertos cantos de sirena, y procure mantener su independencia por encima de simpatías y afinidades.